domingo, enero 26, 2014

Reseña: Below (2002)

Una de las películas de David Twohy que me faltaba por ver, Below (2002) no parece ser uno de sus trabajos más conocidos, ni siquiera por el curioso hecho de que el guión está co-escrito por Darren Aranofsky o porque Twohy ya gozaba de cierta fama en el cine de género por películas como The Arrival (1996) o Pitch Black (2000). En esta ocasión abandona por completo el género de ciencia-ficción para ofrecer una historia de horror ambientada en la II Guerra Mundial, específicamente en un submarino de guerra en medio del Atlántico en el que a los nervios de la tripulación se suma la presencia de una amenaza sobrenatural que puede acabar con ellos.

Esta ambientación a la que me refiero es probablemente lo mejor que la película tiene, y toda la recreación del submarino está sorprendentemente trabajada y realmente transmite al espectador la sensación de laberinto metálico de un navío en el que a pesar de sus grandes dimensiones todos los espacios de uso humano son tremendamente reducidos. La película hace de este ambiente claustrofóbico una marca de identidad estética ya que progresivamente, a medida que la trama se va desenvolviendo y la naturaleza de del horror se va definiendo de forma más concreta, el espacio de vuelve cada vez más pequeño y oscuro, un detalle muy interesante que enlaza a esta película con otras obras de lugares siniestros que van haciendo mella en la mente de los que lo habitan, tal como ocurría en Session 9 (2001). De hecho, si la película pierde efectividad por momentos es únicamente debido a las sonrojantes tomas CGI de los exteriores del submarino, en la que los efectos especiales no están tan logrados.

El motivo, sin embargo, por el que la película no me ha impresionado demasiado es que a pesar de su estética el argumento no es lo que se dice muy interesante; la falta de un protagonista definido hizo que el desarrollo se me hiciese algo tedioso, y una vez que como espectadores vamos viendo que el misterio acerca de la tripulación es lo que realmente tiene el mayor peso dramático, todo el ángulo sobrenatural se hace un tanto superfluo y muy pobremente dibujado, a pesar de que la cinta nos deja muy claro que el submarino está embrujado de verdad. Es como si sus responsables hubiesen querido balancear ambos aspectos (el thriller y el cuento de fantasmas) pero no hubiesen podido decidirse a llevar ninguno a sus últimas consecuencias y hubiesen dejado ambos ligeramente esbozados.

Con todo y eso, encuentro mucho que recomendar de Below; una excelente ambientación, algunas actuaciones sólidas (incluyendo a Zack Galifianakis en un inusual papel serio) y una estética envidiable. Es una lástima que la trama no me haya resultado tan interesante y que no maneje tan bien las constantes del género que toca, algo que David Twohy ha logrado en otras ocasiones. Pero por supuesto, esto último es una opinión muy personal que yace quizás en mis propias preconcepciones sobre la obra de un director al que sigo de forma muy entusiasta. Mejor echadle un vistazo vosotros mismos.

sábado, enero 25, 2014

Fantasy Filmfest Nights 2014, here we go!

Confirmada está ya nuestra presencia en el Fantasy Filmfest Nights de Berlin de este año, la época en la que mis globos oculares se ponen a prueba lanzándome de cabeza a ver diez películas en dos días, a razón de cinco proyecciones por cada sentada. Este año, además, ha valido la pena porque de manera absolutamente inesperada los programadores del micro-festival nos han lanzado varias cintas que (lo podéis jurar) nunca veremos estrenadas en salas comerciales de este país, tales como Las brujas de Zugarramundi (2013), The Returned (2013) o los nuevos trabajos de Eli Roth y Ti West, The Green Inferno (2013) y The Sacrament (2013), respectivamente. Así que la cita será el último fin de semana de marzo, y aquellos que vivan en la capital alemana ya saben dónde encontrarme por esas fechas. Pista: seré el del paquete de analgésicos y lágrimas artificiales. 

Aquí la lista con las películas que nos esperan. Espero que este invierno se pase rápido.

sábado, enero 18, 2014

Reseña: The Prophecy 2 (1998)

Decíamos el otro día en Letterboxd que una de mis películas favoritas durante mi adolescencia fue The Prophecy (1995), precursora de ese cine de terror de temática religiosa y apocalíptica que surgió (por motivos evidentes) justo en los albores del nuevo milenio y que trajo, además, uno de los roles más memorables para Christopher Walken, uno que extendió aún más su extravagante imagen de tipo raro tan explotada en otras películas. El éxito de aquella cinta fue lo suficientemente grande para asegurarle una secuela pocos años después, aunque con pretensiones mucho menores. Dicho esto, The Prophecy 2 (1998) fue lanzada directamente en formato doméstico y se siente como una continuación muy pobre que imita de forma muy superficial la primera película, haciéndolo todo mal y desperdiciando no sólo un material interesante sino además un elenco bastante aprovechable que incluía no sólo al propio Walken sino también a Jennifer Beals, Brittany Murphy y un criminalmente infrautilizado Eric Roberts en lo que es poco más que un cameo.

Uno de los principales motivos por los que esta secuela fracasa es su escasa ambición: el presupuesto más reducido elimina los interesantes paisajes desérticos de la original por el ambiente de la ciudad de una forma genérica y poco interesante. Además, hasta el espectador menos espabilado se dará cuenta de que esta película repite exactamente la misma historia que su antecesora; una vez más asistimos a la guerra entre los ángeles por el control del Cielo, y una vez más dos de ellos luchan entre sí por el control de un arma secreta escondida dentro de un humano (en este caso dicha arma es un Nefilim, es decir el hijo de un ángel y una mujer humana). Christopher Walken regresa como el arcángel Gabriel, y una vez más es el villano de la película, aunque su inclusión en esta secuela se ve demasiado forzada y sobre todo gratuita. La sensación de peligro de los protagonistas es también un poco ridícula ya que a pesar de que se nos cuenta que la guerra entre los ángeles continúa, en ningún momento vemos a otro ángel malvado que no sea Gabriel, quien una vez más recurre a un humano como ayudante a quien mantiene con vida en contra de su voluntad.

No son estas las únicas coincidencias: todas y cada una de las imágenes y giros narrativos que presentaba la cinta de 1995 se repiten aquí, sólo que descafeinadas, con una estética mucho más pobre y con un argumento de lo más sencillo que se podría resumir en pocos segundos y que en ningún momento plantea interrogante alguna. La cinta parece esbozar un ángulo interesante al dejar caer la posibilidad de que los ángeles buenos tampoco sean tan bondadosos pero rápidamente abandona esa idea, muy a pesar de que el drama personal de la protagonista es el de haber sido embarazada en contra de su voluntad y de una forma que en poco se diferencia de una violación en toda regla. Terrible también el ángel bueno interpretado por Russell Wong resulta de lo más olvidable y la manera como es despachado en el desenlace de la película es lamentable a más no poder.

De hecho, de todo el elenco el único que parece estar haciendo algo medianamente interesante es Christopher Walken, cuya actuación como Gabriel una vez más sobresale gracias a su tratamiento cómico de estrella de rock errática y desorientada. Con todo y eso nunca llega a parecer realmente una amenaza y da la sensación de que obtiene todas sus victorias únicamente porque los ángeles buenos se lo permiten. Para colmo la película es mucho menos violenta que su antecesora, menos dada a las imágenes interesantes (exceptuando aquellas que toma directamente del metraje reciclado de la primera cinta) y su resolución abierta no despertó en mi el más mínimo interés. Es sin duda una de las peores y más pobres secuelas que he visto en mucho tiempo, pero a pesar de todo ha generado una saga que ya va por la quinta entrega. Tarde o temprano (lo sé) terminarán cayendo por aquí.

lunes, enero 13, 2014

Reseña: Paranormal Activity: Los señalados (2014)

Primer estreno de terror comercial de este mes, Paranormal Activity: Los señalados (2014) ya partía con cierta ventaja en el sentido de que por muy terrible que fuera no podía ser peor que la cuarta parte, estrenada en el 2012. El año que pasamos sin un estreno de la que sin duda es una de las sagas de cine de miedo más rentables de la historia parece haber avivado las ganas de su público seguidor, aunque por otro lado el estudio haya querido rentabilizar al máximo esta franquicia sacado este pseudo spin-off dirigido al mercado hispano y estrenado en un mes por lo demás flojo en cuanto a estrenos interesantes. Evidentemente fui a verla, y debe ser por mis expectativas tan bajas que me pareció mejor de lo que esperaba, sin llegar en ningún momento a ser una buena película pero al menos con la voluntad de que en ella ocurran cosas, en vez de la soporífera nada de su predecesora.

Lo más interesante de esta producción está, sin embargo, en su decisión de alejarse al menos un poco de la enrevesada historia de las cuatro entregas anteriores y ofrecer un relato más o menos independiente. Digo más o menos porque a pesar de que los protagonistas son distintos, el argumento sí que guarda relación con las primeras cuatro películas y elabora un tanto más la mitología de posesiones diabólicas y cónclaves de brujas que se han convertido en marca de la casa y que en la anterior película habían sido olímpicamente ignoradas. Esta vez, sin embargo, la víctima es masculina, un muchacho de origen latino de un barrio de Los Ángeles que descubre poco a poco cómo los inusuales poderes que va mostrando son el producto de una posesión demoníaca que se va apoderando de él. El formato de metraje hallado es, eso sí, completamente arbitrario: los personajes no tienen motivo alguno para estar registrando con una cámara todo lo que ocurre, y muy pronto te das cuenta de que la película no tiene el más mínimo interés en justificarlo.

Sin embargo, esto no es tan sorprendente; siempre me ha parecido curioso que se compare la reciente fiebre del metraje hallado con El proyecto de la bruja de Blair (1999) puesto que la tendencia actual no tiene nada que ver con aquella película. Si la bruja de Blair utilizaba su formato de cámara en mano por un afán de conseguir realismo, en la saga de Paranormal Activity (así como en sus secuelas y en prácticamente todo el resto de este subgénero) el interés no está en conseguir verosimilitud alguna sino en usar el formato para hacer trampa: el look amateur no sólo reduce costes de producción sino que además permite que los responsables echen mano de ciertas crudezas técnicas que normalmente no se podrían permitir: una iluminación pobre, pocos ángulos de cámara, un montaje a tropezones en el que las escenas se van superponiendo unas a otras sin transición alguna, y sobre todo una perspectiva en primera persona que da pie al empleo de trucos baratos para sorprender al espectador. Todo esto está presente en este spin-off, aunque debo reconocer que en menor medida que en otras entregas de la saga, y aunque me parece encomiable que hayan querido intentar algunas cosas nuevas, la película en general es tan pobre que si hubiesen empleado una perspectiva omnisciente de toda la vida, el resultado no habría tenido el más mínimo interés.

Dicho esto hay que dejar claro que estamos ante la que probablemente sea la única de las secuelas de Paranormal Activity (2009) que al menos se preocupa en extender un poco el mundo que sus creadores han ido tejiendo, y el carácter semi-independiente de esta entrega hace que al menos no se sienta como un burdo abreboca de la quinta parte. Eso sí, el componente de terror no está tan marcado como en la primera entrega, y el hecho de que el público ya conoce aquello que está afectando a los protagonistas hace que la película abandone un poco su historia de horror para adquirir unos toques de descubrimiento de superpoderes que recuerdan mucho a Chronicle (2012), cuyas semejanzas ya han sido mencionadas por prácticamente todos los que la han reseñado. En definitiva, me ha parecido más interesante de lo que esperaba para los estándares de esta malograda franquicia, y sólo lamento que este no vaya a ser el camino a seguir y tengamos seguramente que volver a aquel descabellado argumento una vez más.

domingo, enero 12, 2014

Reseña: El proyecto de la bruja de Blair (1999)

Hacía ya mucho tiempo que tenía ganas de reencontrarme con El proyecto de la bruja de Blair (1999). No la había visto desde el momento de su estreno original, hace ya casi quince años, pero tenía un buen recuerdo de ella, y de hecho en su momento me había dejado muy impresionado. Pero claro, en aquel entonces yo era el público al que estaba dirigido la película: tenía veinte años, me gustaban mucho las historias de terror, y nunca había visto una película como aquella. Es decir, aquella faena de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez estaba hecha para mí. Ahora, década y media después, y cuando ya el subgénero de metraje hallado o falso documental ha sido explotado hasta la saciedad, es interesante volver a ver una de los ejemplos imprescindibles al que tanta gente hace referencia pero al que no sé si muchos recuerdan en realidad.

Para aquellos que sean demasiado jóvenes, El proyecto de la bruja de Blair es la historia de un trío de jóvenes cineastas que se internan en los bosques de Burkittsville, Maryland, para rodar un documental sobre la leyenda de una bruja del siglo XVIII que ha aterrorizado desde entonces al pueblo. La película nos cuenta ya desde el principio que estos tres jóvenes desaparecieron sin dejar rastro y que lo que estamos a punto de ver es el metraje crudo que sus cámaras captaron durante estos últimos días. El desarrollo de la historia es similar a lo que muchos de vosotros conocéis ya en este subgénero: un comienzo feliz y optimista que se va volviendo cada vez más siniestro a medida que los personajes se pierden en el bosque y van sucumbiendo no sólo a las continuas intervenciones sobrenaturales de aquellos parajes, sino también a los inevitables conflictos que surgen en un grupo sometido a un estrés similar.

Pero lo interesante de esta película, y lo que sin duda alguna termina por diferenciarla de todos los trabajos similares que han surgido en los últimos años, es que Myrick y Sánchez en ningún momento capitulan en su propósito de dar a la cinta el mayor grado de realismo posible. A diferencia del resto de las historias de metraje hallado que hemos visto, aquí el formato de cámara en mano no se reduce únicamente a dar una perspectiva en primera persona sino que es empleado para mantener la historia dentro de los límites de una realidad más o menos creíble: para sorpresa (y decepción) de muchos, nunca vemos a la bruja en cuestión ni tampoco presenciamos ningún fenómeno realmente sobrenatural en pantalla. Todas las escenas de miedo están construidas a través de sonidos, fenómenos ocurridos fuera de plano y expectación por parte del público de sustos que nunca se producen pero que crean una tensión sobresaliente, con lo que los mayores horrores de la película ocurren siempre en la mente de aquel que la está viendo. Esta negativa a mostrar el horror de forma explícita sería impensable en una película de hoy en día, pero en su momento contribuyó a la ingeniosa e innovadora campaña viral de esta cinta, que hizo creer a mucha gente que los eventos que presenciaban eran reales.

Esta película evidentemente no fue la primera en su género, y sus influencias son más que evidentes (como lo indica el nombre de su productora, Haxan Films), pero tras verla de nuevo siento que ha resistido el paso del tiempo bastante mejor de lo que esperaba. Las opiniones en cuanto a ella siempre han sido encontradas, ya que hay quienes la califican de obra maestra del horror o tomadura de pelo que nunca da lo que promete. Personalmente considero que como cinta de terror es muy buena y demuestra, entre otras cosas, por qué el subgénero de horror documental de los últimos años sólo ha conseguido imitarla en una forma muy superficial. Además, solamente por todo lo que sugiere acerca de su argumento y mitología (explorada, por cierto, en numerosos artículos, libros y hasta videojuegos) vale la pena acercarse a ella. Quince años después me sigue pareciendo igual de recomendable como una de las piezas de terror más interesantes de los noventa.