martes, julio 30, 2013

Reseña: Voice (2005)

Tras las concesiones al horror más convencional de la tercera entrega, esta cuarta parte de Whispering Corridors, titulada Voice (2005), vuelve al estilo de las anteriores al ofrecernos una película muy diferente a lo que podríamos esperar de los grandes éxitos del terror asiático, ciertamente muy distinta de lo que parece sugerir ese nefasto cartel de la edición americana que circula por ahí. Esa imagen no solamente nunca aparece en la cinta, sino que es de un tono diametralmente opuesto. Por el contrario, y más en consonancia con la segunda entrega, esta cuarta parte de la franquicia es una película larga y de desarrollo muy lento, y a pesar de que presenta un inequívoco ángulo sobrenatural, está muy centrada en el drama de los personajes y presenta lo que hasta la fecha (creo) es la mayor cantidad de diálogos que he visto en una historia de la fantasmas.

El argumento, eso sí, presenta algunas novedades; esta vez el famoso colegio de chicas es una escuela de arte en el que una de las alumnas (una talentosa y guapísima cantante) muere de una forma absolutamente bizarra y misteriosa, tras lo cual empieza a rondar los pasillos del colegio como un fantasma a quien sólo su mejor amiga puede oír, y juntas deben resolver el misterio de por qué murió y quién es la misteriosa presencia que habita el edificio. El incluir por primera vez la perspectiva del fantasma es una idea muy buena, y a pesar de que en un principio pueda parecer que esto hace la película más ligera, no es así; el componente de terror sigue estando presente y se hace más obvio a medida que pasa el tiempo y la protagonista va recordando detalles de su vida que esclarecen el misterio poco a poco. 

Esto último es quizás el detalle que menos me ha convencido, el hecho de que valiéndose de la idea de la memoria fragmentada y selectiva del fantasma (algo que recordaréis, aunque en menor medida, de El sexto sentido (1999), de Shyamalan) la trama nos oculte deliberadamente información que debería haber estado disponible para el espectador desde un principio, usando por lo tanto el recurso del narrador poco fiable del que tanto suelo renegar. La peripecia narrativa es usada en forma un tanto confusa en un afán por hacer ver la historia más inteligente de lo que realmente es, aunque por fortuna esto no quita que no haya ángulos interesantes y que se mantenga en cierta forma lo que ha sido las constantes temáticas de la saga: la amistad entre las chicas, la muerte como resultado de una traición y, al igual que en la segunda entrega, un subtexto lésbico que aquí es usado no como una trama romántica sino por el contrario como un arma de dominación que debo admitir le sienta muy bien.

La película también tiene un discurso estético muy diferente al de las entregas anteriores, con esos eternos tonos sepia que junto a los silencios le otorgan una atmósfera deprimente en la que el mundo parece reducirse a los pasillos de ese colegio. A pesar de que no es tan oscura y terrorífica como la tercera parte, sí hay una intención de alejarse del naturalismo de las dos primeras entregas y dar a la escuela un aire de irrealidad en el que el color rojo como indicador del peligro juega un papel fundamental, lo que una vez más nos remite a Suspiria (1977), de Dario Argento, inevitable referencia a la hora de abordar este tipo de terror colegial femenino. Asimismo, el desmadre sobrenatural del desenlace es un tanto ambiguo y el final creo que queda abierto a la interpretación. En definitiva, Voice es una película bastante en la línea de la saga, y aunque no me haya convencido tanto como la anterior, es interesante que cada una de estas entregas de Whispering Corridors intente tomar un camino distinto a la hora de mostrar los mismos temas en un empaque sobrenatural. 

viernes, julio 26, 2013

Otra re-reseña de aquellos primeros tiempos

Probablemente ya lo hayáis olvidado, pero antes de ponerme a reseñar las cinco películas de la saga de Whispering Corridors, nos habíamos propuesto volver a ver las cinco entregas de Chucky en espera de esa nueva película que se ha anunciado para este año y que a juzgar por los trailers tiene una pinta terrible. De todas formas, en el espíritu de romper la mirada amable de la nostalgia he decidido no sólo volver a ver La novia de Chucky (1998), sino encima volver a escribir aquella reseña que dejé por aquí hace ya más de ocho años (increíble que haya pasado todo este tiempo, ¿no?). En fin, pulsad el enlace y comprobad qué tal le ha sentado todo este tiempo a la cuarta entrega. 

Por supuesto la cosa no acaba aquí. Habrá una re-revisión de la quinta parte, La semilla de Chucky (2004), la cual será anunciada en su momento.

jueves, julio 25, 2013

Reseña: Wishing Stairs (2003)

Siguiendo con nuestro proyecto de reseñar las cinco películas de la saga de Whispering Corridors, llegamos así a la tercera entrega, titulada Wishing Stairs (2003), que parte de una idea bastante atractiva a la hora de abordar lo sobrenatural, un arquetipo de historia de horror muy recurrente acerca de los peligros de obtener aquello que quieres por medio de vías ultraterrenales. Conocemos ya muchos ejemplos de este tipo de historias, siendo uno de los principales el famoso cuento de La pata de mono de W.W. Jacobs, con la que tiene muchos puntos en común. En el caso de la película que hoy nos ocupa, la premisa trata acerca de una misteriosa escalera de piedra frente a los dormitorios de un internado de chicas que tiene 28 escalones, pero que a veces, por algún motivo, parece tener 29, y concede deseos si quien la sube se encuentra con ese escalón de más. 

Debo decir que esta vez he quedado gratamente sorprendido, ya que a diferencia de las dos entregas anteriores, esta tercera parte sí tiene un marcado contenido sobrenatural, aunque este no se hace evidente hasta llegar a la mitad de la película. Toda la mitad anterior tiene de hecho muy poco de terror, y se ocupa más en establecer el tono y los personajes que habitan el colegio. También en el tipo de historia que cuenta se nota la conexión con las dos películas anteriores, al centrarse sobre todo en la historia de las dos jovencitas protagonistas y de los conflictos que surgen cuando una fuerte amistad se ve rota por la envidia y el error de querer ver en el éxito la única forma de identidad. También hay un interés bastante marcado por mostrar lo dura que es la vida en el instituto y lo crueles que pueden llegar a ser los jóvenes. No quiero entrar aquí acerca de si la película toca el tema del lesbianismo o no porque me parece que eso es más un prejuicio masculino acerca de la amistad femenina, que se vive de forma distinta a cómo la viven los hombres y que implica una cercanía que a veces confundimos con homosexualidad.

En el fondo creo que este juego de espejos entre las distintas partes de la saga ha sido uno de los elementos más interesantes que he encontrado hasta ahora en Whispering Corridors; es como si cada película intentase contar la misma historia de forma distinta, algo que me reafirma en mi opinión de que al menos con estas tres primeras entregas no estamos realmente ante películas de horror ambientadas en un colegio, sino ante dramas de colegio con algunos elementos de horror. Eso no quita, sin embargo, que en esta ocasión en particular se hayan decidido finalmente a subirse al carro de sus contemporáneas en cuanto a cine de miedo; la segunda mitad de Wishing Stairs, y sobre todo su clímax final, aumenta la carga de lo sobrenatural y echa mano de una gama de recursos tanto temáticos como estéticos que ya hemos visto en muchas otras películas de terror asiáticas, pero lo hace con dignidad y sin desentonar del todo con el resto de la película. 

Aquellos que busquen una historia de terror más al uso muy probablemente saldrán satisfechos esta vez, porque ya desde el principio se intuye que esta entrega tiene un tono mucho más oscuro que las anteriores, quizás no tan destacable como la primera cinta, pero notable sin duda. Estéticamente, además, es la más interesante de las tres, y el gancho temático del ballet como escenario de la disputa entre las dos chicas protagonistas le otorga un elemento de belleza que no está presente en las dos películas anteriores. Recomendable sin duda.

martes, julio 23, 2013

Reseña: Memento Mori (1999)

Memento Mori (1999) es la segunda parte de Whispering Corridors (1998), película de terror surcoreana que ya reseñamos hace poco. Tal como comentábamos anteriormente, y en concordancia con el resto de la saga, esta secuela es una historia completamente independiente de su antecesora, tanto que pueden perfectamente ser vistas en cualquier orden. Pero a pesar de esto, la verdad es que las dos tienen un argumento muy similar. Son tantas las semejanzas que hay entre ellas que podríamos incluso hablar de una misma "idea" que se plantea de forma distinta en dos películas, cada una explorando unos arquetipos distintos y respondiendo a las constantes de un género particular. No es una película fácil; una vez más, aquellos que busquen una historia de terror al uso muy probablemente salgan decepcionados, mucho más que en la primera entrega.

En Memento Mori nos situamos una vez más en un colegio de chicas en Seúl (no sé si es el mismo colegio que en la primera parte, aunque bien podría ser), en el que una joven encuentra el diario compartido de dos chicas que alguna vez tuvieron una fuerte amistad que se ve rota por motivos que vamos descubriendo gradualmente. Este es el núcleo narrativo de una historia que se pone en movimiento mediante un suicidio (hecho que se anuncia en la carátula y en el trailer pero que no tiene lugar hasta pasada la primera media hora de película) y en la que se van mezclando diferentes aspectos de la vida en el colegio que hablan sobre todo de la relación lésbica entre las dos chicas y cómo cada una de ellas aborda el tema de la aceptación en medio del conservadurismo en el que viven. Una vez más, el colegio es mostrado como un sitio cruel y opresor que termina destruyendo cualquier intento por alcanzar la felicidad, con lo que de nuevo nos vemos antes una crítica a la fuerza represora de un sistema rígido e inflexible.

¿Dónde está el horror en esto? Buena pregunta. Así como Jim Jarmusch dijo en su momento que The Limits of Control (2009) era "una película de acción sin acción", los directores y guionistas de esta película, Tae-Yong Kim y Kyu-Dong Min, manifestaron su deseo de rodar una historia de fantasmas sin fantasmas ni escenas de miedo, por más increíble que parezca. En el caso de los dos surcoreanos, los productores no dejaron que se salieran con la suya y exigieron a los cineastas la incorporación a la trama de algunos sustos (muy escasos) y escenas de corte sobrenatural que, hay que decirlo, se sienten un tanto forzadas. Hay una muy ligera mención a la telepatía presente en las dos chicas y a la conexión espiritual que se forma con la protagonista a través del diario compartido, pero se cuenta de forma muy ambigua y abierta a interpretación. Además, esta es una de esas películas en la que el espectador realmente tiene que prestar atención porque la historia es contada de forma no-lineal con saltos imprevistos en el pasado que resultan en ocasiones un tanto confusos. Tampoco ayuda que, tal como mencionaba arriba, el hecho que desencadena realmente la trama no ocurra hasta pasados ya treinta minutos.

Por todos estos motivos, clasificar a Memento Mori como una película de terror es algo bastante arbitrario. El casi inexistente ángulo sobrenatural (a excepción de ese delirante clímax que parece sacado de una película distinta) y el énfasis en la relación amorosa de las chicas y su posterior ruptura la convierten más en un drama/romance juvenil que en una historia de fantasmas. A pesar de todo esto me parece muy positiva la forma en que, al igual que en la primera entrega, esta secuela aborda un tema tabú como la homosexualidad adolescente y lo presenta de una forma atrevida resistiéndose a la salida fácil de glorificar al instituto, al que muestra con todas sus miserias y horrores cotidianos. Al final, resulta que estamos ante una película muy interesante, pero que reconozco no es para todo el mundo, ciertamente no para aquellos que estén buscando una película de miedo. Eso seguro.

lunes, julio 22, 2013

Reseña: Whispering Corridors (1998)

Debido al año de su estreno, Whispering Corridors (1998) estuvo entre las primeras películas de esta nueva ola de terror asiático en obtener un sonado éxito comercial en Occidente. También forma parte de un renacer del cine surcoreano una vez que el aparato de censura gubernamental comenzó poco a poco a desmantelarse desde finales de los años ochenta, dando paso a una serie de películas de temáticas mucho más arriesgadas que incluían elementos que hasta entonces habían sido demasiado polémicos para salas comerciales. Es el caso de la película de que la que hablamos hoy, una producción ambientada en un colegio de chicas y que bajo su apariencia de cine juvenil esconde algo más parecido a una película de explotación carcelaria, quizás no tan gráfica como podríamos esperar pero sí igual de cruel.

El argumento es bastante básico: en un colegio de chicas de Seúl, una de las profesoras es hallada muerta en lo que en un principio parece ser un caso de suicidio, pero que las alumnas rápidamente comienzan a asociar con la leyenda de un fantasma que supuestamente ronda los pasillos de la escuela. Hay que decir que este ángulo argumental se vuelve mucho más complejo, lo que requiere cierto nivel de paciencia por parte del espectador; con casi dos horas de duración, es una película larga en la que además la trama se mueve con gran lentitud. Tenemos una muerte al principio, y la segunda llega casi una hora después. Pero es que aparte de esa lentitud anti-narrativa, el elemento sobrenatural es muy discreto y casi desprovisto de efectismos, imaginarios grotescos o momentos puramente de terror. Aquellos que esperen una película de terror más convencional con sus fantasmas femeninos de pelo largo y piel blanca van a salir muy decepcionados porque esta cinta no tiene nada de eso. Por el contrario, hay un intento de emular una historia de tipo gótico en la que el escenario de la escuela juega un papel muy importante y la cámara la aprovecha gracias a ángulos inusuales y un uso muy elaborado de la perspectiva. En ciertos aspectos es muy similar a la cinta de Dario Argento, Suspiria (1977), aunque su estética es mucho más realista.

Pero si bien el componente de terror es bajo, estamos ante una película mucho más inteligente de lo que parece ser. De hecho, algunos de sus aspectos más interesantes no tienen realmente nada que ver con el género que toca; toda la película hace una crítica nada velada al sistema educativo de Corea del Sur, y en varias ocasiones queda muy claro que es la escuela y su clima de brutalidad, vejaciones, abusos y obsesión por la competitividad lo que crea los verdaderos "monstruos" que habitan los pasillos. Este discurso acerca de la sociedad en la que se ambienta es lo que más me ha impactado de la película, y las escenas en la que las chicas son vejadas por sus maestros es lo que probablemente permanezca en la mente de muchos de los que se acerquen a ella.

Como decíamos arriba, aquellos que busquen una película de horror más convencional muy probablemente no aprecien en un primer acercamiento las virtudes de una película como Whispering Corridors. Es verdad que como película de terror se hace larga y que las subtramas y la cantidad de personajes puede hacerse algo confusa si no se está prestando demasiada atención (la uniformidad de muchos de los personajes ciertamente no ayuda), y es cierto que el giro final es bastante predecible si uno ha visto otras películas de este tipo, pero considero que realmente vale la pena como uno de esos ejemplos en los que el fantástico se usa para abordar ideas acerca de la sociedad en la que se produce. Yo la recomiendo sin duda.

domingo, julio 21, 2013

Quinteto de pasillos

Como comentaba hace unos días, en las últimas semanas he estado recuperando algunos ejemplos conocidos del terror asiático de los tempranos dos mil, animado por el hecho de llevarme algunas sorpresas. Coincide este ánimo con el feliz descubrimiento en un bidón de ofertas de un pack DVD con las cinco películas de Whispering Corridors, una saga de cintas de terror surcoreanas cuyo único punto en común es estar ambientadas en un colegio de chicas. Así que desde ya os tengo que advertir que me he propuesto verlas una por una e irlas reseñando aquí, por lo que en los próximos días estaremos echando un vistazo a Whispering Corridors (1998), Memento Mori (1999), Wishing Stairs (2003), Voice (2005) y A Blood Pledge (2009). Una por una y hasta cubrirlas todas. 

sábado, julio 20, 2013

Reseña: Child's Play 3 (1991)

Child's Play 3 (1991) se estrenó a toda prisa un año después de la segunda parte, y verla de nuevo tras haber pasado todo este tiempo ha sido para mi algo bastante revelador. De entrada puedo decir dos cosas: la primera es que esta tercera entrega es, con toda seguridad, la peor de la saga, al menos de lo que se ha producido hasta ahora. La segunda es que he descubierto que no recordaba casi nada de ella. Es gracioso porque pensaba que la tenía bastante presente y he terminado por darme cuenta de que en todos estos años mi cerebro la había disfrazado como algo muy distinto incluso llegando a cambiar varios de sus elementos principales. Esto me hace preguntarme si no habrá otras películas por ahí a las que debería echar otro vistazo.

La historia esta vez tiene lugar ocho años tras lo ocurrido en Child's Play 2 (1990), con Andy convertido ya en un adolescente y enviado a una academia militar. Aquí está el primero de los grandes cambios que mi recuerdo había perpetrado: por algún motivo recordaba el paso del tiempo como algo mucho más pronunciado y al personaje de Andy como un adulto, pero resulta que quien lo interpreta es un joven Justin Whalin, a quien probablemente algunos recuerden como el protagonista de aquel despropósito de Dragones y mazmorras (2000). Lo cierto es que el Whalin es un chico joven en medio de una película de ambiente abiertamente teenager, lo que al menos tiene la feliz consecuencia de que finalmente nos hemos desecho del repelente crío de las dos entregas anteriores. Con todo, la ambientación en la academia militar es muy rara y no tiene ninguna consecuencia importante más allá del hecho superficial de dar a Chucky acceso a un caché de armas de fuego. Nada de esto tiene mucha importancia ya que sigue siendo difícil imaginarse al muñeco como un peligro. Poca tensión puede haber cuando el asesino puede literalmente ser derrotado lanzándole un zapato.

El guionista Don Mancini (quien ante el fracaso de esta tercera entrega reconoció abiertamente que se le habían agotado las ideas) está aquí en piloto automático y no le queda más remedio que intentar reiniciar la saga prácticamente desde sus inicios; la secuencia de créditos muestra el cadáver de Chucky siendo reciclado y fundido con otros muchos moldes de plástico para lanzar una nueva línea de muñecos Good Guy. El regreso de Charles Lee Ray se salta de esta forma varias de las reglas establecidas en películas anteriores de la saga, aunque se encarga esta vez de presentar a otro niño, casi tan idiota como el anterior y (muy convenientemente) utilizado no como un personaje sino como poco más que un prop. Hay indicios de una subtrama de las penurias de la academia y el proceso de adaptación de Andy a una estructura militar, pero apenas se esboza, y como siempre se deja muy poco claro hasta qué punto el chaval es considerado o no un psicópata. Con esto quiero decir que en cada entrega es mayor la cantidad de gente que ve a Chucky, y sin embargo siguen sin creerle.

Lo curioso de todo este asunto es que Child's Play 3 es una de las entregas más oscuras de la saga, una de las que menos recurre al humor y en la que (en un principio al menos) augura una mayor dosis de violencia debido al tono ligeramente más adulto de su premisa. Brad Dourif, como siempre, está genial y saca lo más que puede del papel de Chucky, pero la película es simplemente tan aburrida y anodina que no es de extrañar que se haya estrellado en la taquilla de todo el mundo. Tampoco es de extrañar que Mancini haya tirado la toalla con su creación y esperado siete años para lanzar una cuarta parte que reinventaba por completo la saga buscando sangre fresca para el muñeco favorito de todos. Esta tercera parte puede que guarde algún interés para aquellos que quieran ver la evolución de Chucky a lo largo de su periplo cinematográfico, pero para mi es imposible de recomendar.

viernes, julio 19, 2013

Reseña: Infection (2004)

Saturado como estaba en su momento de la fiebre por el terror asiático, dejé pasar muchas de las películas que sonaron en aquel entonces, especialmente las del proyecto J-Horror Theater, de las cuales en esta página sólo hemos reseñado Reincarnation (2005). Pues bien, hoy tenemos la primera película de aquel ciclo, Infection (2004), del japonés Masayuki Ochiai. Lo primero que tengo que decir es que estoy terriblemente arrepentido de no haberle dado una oportunidad en su momento, ya que este trabajo no sólo es una película interesante por más de un motivo sino que encima es muy diferente a la mayoría de los éxitos que nos llegaron de Japón por aquel entonces. A pesar de sus innegables carencias, es una cinta de terror muy efectiva que consigue un equilibrio ingenioso entre el terror psicológico, lo sobrenatural y la recreación de efectos gore y momentos incómodos basados en el terror físico.

En Infection asistimos a una película que parece mucho más centrada en conseguir una atmósfera de pesadilla que en el argumento en el que supuestamente se basa. Todas las sinopsis que uno encuentra por ahí coinciden en que la cinta va de una misteriosa enfermedad que se apodera de un hospital en crisis y que va esparciéndose de forma descontrolada por entre el personal y los pacientes, pero dicho resumen resulta un tanto engañoso porque la trama de la plaga (representada como una extraña sustancia viscosa de color verde que no sólo disuelve a sus víctimas sino que también causa locura) no entra en juego sino hasta la mitad de la película; Ochiai de hecho está mucho más interesado en mostrar el caos de un hospital en el que la falta de recursos y la mezquindad y miseria del personal médico han convertido el centro en un calvario. El mismo hospital está representado con un clima irreal, oscuro y abandonado, y como los personajes nunca salen al exterior da la sensación de que el centro de salud es una especie de último refugio ante el fin del mundo. La supuesta infección también es tratada de forma interesante ya que anuncia cierto componente sobrenatural del que su director saca mucho partido.

Este ángulo sobrenatural es quizás lo único que enlaza a Infection con otros trabajos de terror japoneses más típicos, pero esto es sólo uno de los aspectos de una película muy extraña y menos convencional de lo que en un principio podríamos creer. Lástima que Ochiai no pueda resistirse a incluir una revelación final que no sólo es un tanto predecible sino que (en mi opinión) no enriquece la película para nada ya que elimina gran parte de esa ambigüedad tan interesante que había conseguido hasta ese momento, aunque a decir verdad no resuelve todos los misterios. Esta primera entrega del proyecto J-Horror Theater no meterá tanto miedo como otras, pero como película me parece mucho más interesante y con un discurso y una estética mucho más original que remite a otros arquetipos de terror no tan usados por sus contemporáneas. 

lunes, julio 15, 2013

Reseña: Child's Play 2 (1990)

Child's Play 2 (1990) es la entrega de la saga que recordaba con más claridad, y sé que en su momento fue la que más me gustó (eso antes de que Jennifer Tilly se sumara al elenco). El por qué es algo que de momento se me escapa, ya que esta revisión que he hecho más de dos décadas después ha sido un desencanto bastante grande. Aunque si hay algo que no puedo negar es que esta segunda parte de las aventuras de Chucky guarda el germen de un muy buen slasher y una aún mejor continuación, sobre todo en cuanto al subtexto siniestro que el guionista Don Mancini (quien firma también el guión de la original) deja caer sobre el tema de las adopciones y la supuesta herencia negativa que traen aquellos críos criados por padres postizos, una línea argumental trazada a lo largo de prácticamente toda la historia del género de horror desde La mala semilla (1956) hasta La huérfana (2009). 

La comparación con estas dos cintas viene porque Child's Play 2 utiliza como excusa argumental el hecho de que tras el final de la primera entrega la madre de Andy ha sido recluida en un psiquiátrico y el niño puesto en un hogar de acogida, debido a que muy previsiblemente nadie ha creído en la historia del muñeco poseído. Por supuesto, Chucky vuelve por medio de una pirueta argumental que ni siquiera voy a comentar aquí. El resto ya os lo podéis imaginar. El caso es que toda esta premisa es muy interesante, y la idea del niño supuestamente malvado que intenta convencer a todos (sin éxito) de que el verdadero asesino es el muñeco da para una historia muy siniestra que por desgracia no parece estar en los intereses de ninguno de los involucrados. Más que nunca queda claro que estas películas de Chucky (al menos las primeras) están concebidas como auténticos productos serie Z que sin embargo se ven dignificados gracias al hecho de contar con un gran personaje y con una actuación tan genial como la de Brad Dourif, quien una vez más hace la voz de Chucky y eleva la categoría de la película sólo con su presencia.

El resto del elenco es poco destacable; por desgracia volvemos a tener al mismo repelente crío de la original como único actor aparte de Dourif que repite en esta secuela. Curioso, sin embargo, ha sido ver la película y recordar que fue el debut como actriz de Christine Elise, que me fascinó durante gran parte de mi adolescencia y que aquí es la heroína que sustituye a Chris Sarandon. Por lo demás, el componente slasher se mantiene, con una menor tendencia a la comedia que la primera entrega aunque con ciertos detalles francamente inverosímiles al no quedar muy claro si la policía cree o no que Andy es quién ha cometido los asesinatos. En general hay aspectos de la historia que están tan poco cuidados que hacen que la primera película parezca una obra maestra en comparación.

Al acercarse el final he podido notar una cosa, y es que muy probablemente el motivo por el que tenía un mejor recuerdo de la película tenga que ver con el clímax, una larga secuencia de persecución en una fábrica de muñecos que muy probablemente sea lo mejor de la película y que ciertamente es mucho mejor que el final de la primera parte. Con todo y eso, es poco lo que se puede decir de Child's Play 2 aparte de que lo glorioso que es el personaje de Chucky y el tremendo potencial que tiene como icono del terror, potencial que lamentablemente no se ve alcanzado con esta secuela. Prometo que seguiré revisando las que me quedan para hacer un balance tardío de esta famosa saga.

domingo, julio 14, 2013

Nueva novela a la vista

Como andamos escasos de post intermedios aprovecho esta ocasión para señalarles la puerta de mi otro blog, en el que estoy colgando semanalmente los doce capítulos de Burami y el Rey Rojo, una novela de fantasía que espero sea de vuestro agrado. 

Mañana, continuamos las reseñas con un vistazo a la segunda película de un muñeco pelirrojo muy querido por todos nosotros.

sábado, julio 13, 2013

Reseña: Examen final (2006)

Examen final (2006) es una película de terror surcoreana que al año de su estreno llegó cuando ya la fiebre comercial por el horror asiático en Occidente estaba más que muerta, aunque paradójicamente esta pérdida de interés por parte del mercado occidental hizo que comenzaran a llegar propuestas más interesantes que no hubiesen tenido cabida en los repetitivos esquemas de años anteriores. En el caso de esta que nos ocupa, estaba reacio a darle una oportunidad cuando vi la carátula con la que su distribuidora, Tartan Asia Extreme, intentaba venderla como una más de sus extravagancias de horror físico más apropiadas para el abonado promedio de Fangoria pero poco atractivas para mi gusto. Al final ha resultado ser un tanto más interesante de lo que esperaba. Sigue sin parecerme una buena película, pero hay muchos detalles rescatables que al menos la separan del montón de producciones similares que nos han llegado de aquel lado de planeta.

A diferencia de la mayor parte del terror asiático que nos suele llegar, Examen final no tiene nada de sobrenatural en ella; se trata por el contrario de un slasher hecho a la manera occidental, con varios guiños nada sutiles a películas como Bahía de sangre (1971) o Viernes 13 (1980). En ella un grupo de jóvenes realiza una reunión en la casa apartada de su antigua maestra de primaria, cuando de repente empiezan a morir uno por uno a manos de un misterioso asesino enmascarado. Lo que más me ha sorprendido del argumento es la inusual crueldad con la que se maneja, visible sobre todo en el clima de tensión que se palpa una vez que descubrimos que todos los presentes guardan un terrible y profundo rencor hacia su maestra (ahora una anciana confinada a una silla de ruedas), un detalle argumental que se va intensificando a medida que avanza la película y que da tan mal rollo como las elaboradas y sangrientas muertes que el asesino causa y que la cinta no se corta un pelo a la hora de mostrar. Pero al igual que las dos influencias arriba mencionadas, el verdadero centro de la historia está en una estructura de whodunit hecha de forma un tanto superficial, ya que muchos elementos de la historia están puestos únicamente como trampas para el público, haciendo que la solución sea una sorpresa simplemente porque hemos sido engañados con pistas falsas puestas de forma un tanto arbitraria.

Esta elaboración caótica del misterio es lo que me impide valorar la película de forma más positiva. Al final, después del festín de sangre, la cinta nos bombardea con una retahíla impresionante de giros argumentales y sorpresas un tanto absurdas que hacen que veamos la historia de otra forma al precio de quitarle todo el sentido al argumento. Es una lástima porque el misterio de baratillo termina destruyendo gran parte de los aciertos que había conseguido en los minutos anteriores. De todas formas, y a pesar de no ser muy cerebral que digamos, Examen final tiene suficientes detalles incómodos para llamar la atención de una forma positiva, quizás no suficiente para ponerla entre las joyas del terror surcoreano, pero al menos para hacerla no tan desdeñable.

martes, julio 09, 2013

Reseña: Child's Play (1988)

Supongo que a estas alturas ya todos sabéis que Don Mancini está a punto de sacar otra película de Chucky este año, casi una década después de la última entrega. Se da por lo tanto la oportunidad perfecta para revisar toda la saga desde sus inicios. Es curioso, porque a pesar de que tengo las secuelas bastante frescas en la memoria, no recuerdo haber visto la Child's Play (1988) original desde aquella lejana primera vez, así que decidí echarle nuevamente un vistazo para ver qué tal se sostenía hoy en día. El resultado ha sido una ligera decepción puesto que, al menos desde mi punto de vista, esta archiconocida película de los ochenta no ha envejecido tan bien como algunas de sus contemporáneas, y mucho que temo que, al igual que otras sagas como Viernes 13, su verdadera notoriedad vino con las continuaciones.

A la hora de revisarla es bueno destacar las cosas que realmente funcionan. La historia, para empezar, es atractiva: un asesino en serie con conocimientos de magia negra que transfiere su alma a un muñeco y perpetua sus crímenes mientras busca la forma de volver a un cuerpo humano, enfrentado a un crío que es el único que conoce su secreto y que por supuesto se convierte en el principal sospechoso de los asesinatos cometidos por su juguete. La premisa del muñeco asesino ya se había hecho antes, pero siempre había sido tratada de una forma muy sutil que en ocasiones daba espacio a cierta ambigüedad que aquí está del todo ausente; desde el principio sabemos que Chucky está realmente poseído y que es él quien comete los crímenes, lo que sin embargo no quita que la escena en la que finalmente le escuchamos hablar por primera vez sea una de las mejores de la película.

Gran parte del mérito de Child's Play lo tiene el excelente trabajo de voz del siempre genial Brad Dourif, quien da voz a Chucky con una maestría difícil de superar e imprimiendo una personalidad inequívoca al muñeco, por lo que no es de extrañar que los responsables de esta saga hayan seguido contando con él para todas las secuelas. Pero hay en el guión más que un simple trabajo de slasher en miniatura, puesto que la película funciona también como una gran sátira del consumismo que ya desde el principio juega con la fascinación masiva por el muñeco "Good Guy" que alberga el alma del asesino (un paralelismo bastante claro con aquellos Cabbage Patch Kids que se hicieron famosos en los ochenta). Tampoco es casualidad que el muñeco asesino sea comprado ilegalmente.

Por desgracia estos interesantes detalles son lo más destacable de una película un tanto confusa en cuanto a tono: Child's Play podría haber sido perfectamente una película de terror para un público joven, pero en vez de eso juega con la posibilidad de ser una cinta más seria aunque nunca se decide realmente por ello, dando tumbos entre el humor y el slasher de forma bastante irregular y desaprovechando muchas oportunidades. Una de las más grandes carencias del argumento, ya desde el principio, es que nunca se establece el personaje del asesino Charles Lee Ray antes de ser Chucky, por lo que quedamos únicamente con esa imagen de vulnerabilidad que no pierde nunca durante la cinta. En ocasiones se hace difícil creer que Chucky es realmente una amenaza porque hay demasiadas escenas en las que el peligro viene de una simple confrontación física con el muñeco, como si los personajes y el público hubiesen olvidado que después de todo es una figura de plástico que no pesa casi nada. Tampoco ayuda el hecho de tener a un crío tan nefasto en la película (es verdad, el niño actor es terrible, sin duda lo peor de la cinta), cuya actuación arruina momentos genuinamente siniestros como la complicidad inicial que llega a formarse entre el crío y el muñeco asesino, una relación que ya de por sí daba para una película entera pero que aquí queda reducida a algo marginal, lo que deja esta primera entrega en una cinta con grandes ideas pero cuya indecisión de tono la hace caer en comedia involuntaria y en uno de los clímax más ridículos jamás vistos. 

Aún así es una película singular, bastante entretenida y hasta cierto punto icónica, pero me temo que lo que realmente ha trascendido con el tiempo es el indudable atractivo de Chucky como personaje, por encima de aquellas películas que ha protagonizado.

lunes, julio 08, 2013

Reseña: Calvaire (2004)

Tenía mis dudas, pero después de casi una década desde que la vi por primera vez puedo asegurar que Calvaire (2004) no ha perdido nada de su fuerza. Si pasaron todos estos años sin que fuera reseñada en el blog fue entre otras cosas porque no terminaba de hacerme a la idea de recomendarla a nadie; es una película muy cruel y pesimista que se va haciendo más siniestra a medida que transcurre el metraje, un auténtico viaje al infierno que toma varios elementos de toda una tradición de horrores rurales a sus espaldas, pero que consigue darles la vuelta de una forma única y sobre todo muy certera a la hora de pulsar los botones correctos en aquellos aficionados a este tipo de cine. Precisamente por eso pienso que no es una película para todo el mundo, muy a pesar de que a menudo se vea incluida en la ola de cine de terror físico que nos llegó de Francia a principios de la década pasada, inclusión un tanto arbitraria ya que la película es belga.

La mayor parte de los elementos de horror de Calvaire son bastante conocidos por todos, ya que en muchas formas reproduce el arquetipo de miedo a lo rural que ya vemos desde La matanza de Texas (1974), a la que hay incluso un par de referencias bastante obvias que nos dejan claro una vez más lo fundacional que es la cinta de Tobe Hooper. Lo interesante de esta cinta de Fabrice du Welz, para mí, está en ese ambiente que crea gracias a un espectacular uso del paisaje en el que la historia se desarrolla, un bosque pantanoso que a medida que transcurre el metraje va pareciendo más alejado del mundo civilizado tal como lo conocemos, hasta desembocar en unos minutos finales que bien podrían estar transcurriendo en otra dimensión.

Du Welz echa mano también de otras constantes a las que los amantes del horror físico ya deben estar acostumbrados: los personajes empujados a la psicopatía debido a una pérdida, la sensación ya temprana de que "algo no está bien" y de la que el protagonista por supuesto no cae en cuenta hasta que es demasiado tarde, o la visión de los pueblos rurales como un pozo de locura, atraso y depravación que raya en la inhumanidad (curioso además que una vez llegada la parte de "horror" de la película sólo vemos personajes masculinos). Sin embargo, la película no es tan gráfica en cuanto a violencia como creía; ha sido de hecho algo bastante curioso porque en mi mente la recordaba como una pieza gore cuando en realidad es mucho más contenida de lo que se pueda creer en un primer momento. De todas formas, el tratamiento de su protagonista es tan degradante que difícilmente podría haber sido peor con mostrar más sangre en pantalla.

Así que incluso después de todo este tiempo, Calvaire queda absolutamente recomendada una vez más. Como decía arriba, no creo que todo el mundo la tolere debido a lo pesimista que es y debido a que la mayor parte de sus virtudes vienen de ese inframundo rural que Du Welz recrea magistralmente cerca de su desenlace y que tiende más hacia la búsqueda de imágenes inquietantes por encima de una narrativa convencional, pero para todos aquellos interesados en acercarse a las obras clave que dieron paso a la ola de cine de terror europeo al mainstream internacional, esta es una de esas infaltables.

miércoles, julio 03, 2013

Lista de los 2000... reloaded

El juguete nuevo de Letterboxd está dando sus frutos en esta época de insoportable calor. Para ir haciendo tiempo mientras preparo nuevas reseñas, he decidido ampliar una lista que ya comenzamos hace un tiempo, y es la de mis favoritas de la década que va del 2000 al 2009. Esta vez he decidido dejarla abierta para irla actualizando con las reseñas que vayamos haciendo en Horas de oscuridad. La idea es dejarla en un número redondo, es decir el 100, que nos gusta mucho.

Para echarle un vistazo, aquí.