domingo, junio 26, 2011

Reseña: The Creature Walks Among Us (1956)

La tercera y última película del monstruo de la laguna negra fue también la única que no se rodó en 3D y la única que no fue dirigida por Jack Arnold. De hecho, The Creature Walks Among Us (1956) es una cinta muy diferente de sus dos antecesoras, empezando por el hecho de que muestra ya una transición del cine de monstruos puro y duro hacia un tratamiento más ambicioso en su temática de ciencia-ficción sobre la curiosa crisis de identidad de la criatura, y lo mejor de todo es que lo hace con un argumento que muestra una clara coherencia con la forma como se venía desarrollando la saga. En esta tercera parte, un grupo de científicos con ínfulas de aventureros son contratados por un millonario mad doctor para capturar al monstruo (que tras huir del parque acuático de la segunda entrega se ha refugiado en los pantanos de Florida) y llevarlo a su mansión, no para exhibirlo sino para hacerlo parte de un misterioso experimento genético que buscará dar con las claves de cómo controlar la evolución humana.

Aparte del subtexto de ciencia ficción, sorprende por otro lado el oscuro tratamiento que el nuevo director, John Sheerwood, da a la película, desprovista esta vez de héroes intrépidos y en la que incluso está ausente la típica subtrama romántica; en The Creature Walks Among Us todos los personajes principales son moralmente bastante cuestionables, desde el científico desequilibrado que financia la expedición hasta su joven y martirizada esposa que ventila su frustración matando tiburones rifle en mano desde el bote, por no hablar del guaperas que busca seducirla aunque para ello tenga que recurrir a la fuerza. En este contexto de despreciables humanos la figura del hombre-pez se percibe una vez más como un personaje trágico que sólo busca escapar de sus captores, y los inquietantes paralelismos que traza el argumento entre el monstruo y su recién descubierta humanidad (que en un recurso un tanto risible pasa incluso por proporcionarle vestimenta) hace de esta una película distinta que sólo por eso merece ser revisada.

La mayoría de las reseñas que he leído de esta película siempre la califican de aburrida principalmente por sus diferencias con las dos anteriores y su menor inclinación al cine de monstruos que Universal había popularizado. Estoy de acuerdo en que tiene, efectivamente, menos acción que sus antecesoras y que la premisa de ciencia-ficción de la que parte es bastante disparatada bajo cualquier estándar posible, pero considerando que los monstruos clásicos del estudio como Drácula, el hombre-lobo o Frankenstein terminaron convertidos en parodias de sí mismos a lo largo de sus muchas secuelas, el que los responables de The Creature Walks Among Us intentaran hacer algo diferente y en cierta forma atrevido para el estricto código moral de los cincuenta es algo bastante loable que los amantes de este monstruo no pueden dejar de ver. Esta, como ya decíamos arriba, fue la última película de dicha criatura, aunque desde hace varios años se ha hablado de la posibilidad de hacer una nueva versión en la que la tecnología actual de efectos especiales nos permitiría ver al monstruo definitivo. Tras el gran salto temático que esta tercera entrega dio, incluyendo el agridulce (y, sorprendentemente, abierto) final, un remake es de hecho la única opción posible.

viernes, junio 24, 2011

Tres tristes trailers 35


Robert Hall vuelve a la carga con Chromeskull: Laid to Rest 2 (2011), la cual demuestra que estar muerto es sólo un pequeño escollo que resolver en la carrera de cualquier slasher que se respete. A juzgar por lo que podemos ver en el teaser, esta vez podemos esperar un argumento un tanto más elaborado (plagado por cierto de actores reciclados como Brian Austin Green o la misma Danielle Harris, quien poco a poco se va convirtiendo en una presencia perenne en el cine de terror actual) sin detrimento de los litros de sangre que ya acompañaban a la primera parte.

En el apartado de intereses personales, Bereavement (2011) es una a la que le tengo puesto el ojo desde hace tiempo, más que nada por este inquietante trailer con imaginería de gótico americano que sin embargo parece ir más allá de las típicas historias de asesinos rurales e intentar al menos adentrarse en el cine de miedo y no simplemente en el impacto de la violencia gratuita. La única reticencia, como siempre, la figura de los niños como algo tenebroso más o menos porque sí (sin razón aparente), pero no lo bastante como para mermar mi entusiasmo.

Y hablando de niños, este cortísimo avance de la británica Inbred (2011) pinta de lo más prometedor para aquellos seguidores del subgénero de niños malvados y encima mezclado con el terror a las remotas áreas rurales, una tradición por cierto muy fructífera en el cine de terror inglés y que ya nos ha dado otras obras similares desde The Wicker Man (1973) hasta Eden Lake (2008). La cercanía temporal con The Children (2008) parece un tanto arriesgada, pero quien vea este trailer no puede negar el interés que suscita.

martes, junio 21, 2011

Reseña: Laid to Rest (2009)

Los seguidores del slasher no lo tienen fácil: siendo como es uno de los subgéneros de terror más prolíficos, separar los trabajos ejemplares de aquellos que simplemente buscan la mera explotación del horror físico se hace una tarea casi imposible. Aparte de eso, en muchas ocasiones el prejuicio ante esta particular forma de cine de terror hace que muchas veces se busquen coartadas discursivas y segundas (o terceras) lecturas a lo que debería ser un muy básico fenómeno del asesino enmascarado y sus escurridizas víctimas. En este sentido, Laid to Rest (2009) no pide disculpas a nadie; es lo que se dice un slasher en estado puro, y al igual que la muy recomendable Hatchet (2006), contiene todos los lugares comunes de dicho subgénero y no se corta nada a la hora de mostrar violencia en pantalla. La falta de contenido paródico y de nostalgia es lo que la diferencia, en todo caso, de la película de Adam Green.

De hecho Laid to Rest intenta ser una cinta más "seria" y brutal ya desde el inicio, cuando la final girl Bobby Sue Luther (quien, sorprendentemente, no explota sus atractivos físicos) despierta dentro de un ataúd con un conveniente caso de amnesia y descubre que está a punto de ser la víctima de un despiadado asesino de grandes cuchillos y máscara cromada de calavera. Los intentos desesperados de la chica por escapar de su captor es una situación que se explota desde su concepción más básica, algo que garantiza que los fanáticos de este tipo de cine se lo pasarán muy bien. Decimos "situación" en el sentido más literal: no es exagerado decir que esta película no tiene argumento, puesto se trata tan sólo de la representación del asesino, la posible víctima y los fiambres que dejan a su paso. Hay un delicado dejo de posmodernidad al hacer que el asesino grabe en vídeo las muertes de sus víctimas, otorgando cierta capa metanarrativa y enlazando con cierto discurso acerca del carácter vouyerista de gran parte de este cine en los últimos años, pero esta por fortuna es una lectura que está completamente subordinada al carácter lúdico con que se toma la propuesta, alimentada por otro lado con una amplia generosidad en cuanto a efectos especiales sangrientos, incluso dentro de los estándares actuales. Estos excesos compensan hasta cierto grado la falta de lógica narrativa y el desprecio que el director y guionista Robert Hall muestra hacia las convenciones argumentales.

De todas formas, lo que me parece el mayor acierto de la película, y lo que sin duda merece ser recordado más allá de su por otro lado rutinario desarrollo, es la imponente figura del villano (que por cierto me recordó mucho a la imagen del rapero alemán Sido en su album Maske) y el absoluto mistrio tras su origen. La cinta de este modo consigue uno de los principales (y menos comunes) objetivos de los slasher film al crear un asesino icónico y esteticamente memorable. Desde ya predigo que con un par de secuelas más se convertirá en un exitoso disfraz de Halloween. El logro de convertir al principal villano en una forma completamente desprovista de personalidad ha sido una de las constantes de este género desde los tiempos de John Carpenter, y me alegra comprobar que dicha tradición se mantiene.

Tengo que reconocer que Laid to Rest, después de todo, no es lo mío, pero quizás sea porque mi relación con el cine de terror ha cambiado a lo largo de los años y mis gustos no son los mismos de antes. Sin embargo, si cada generación tiene derecho a sus propios iconos terroríficos, el matarife de la máscara cromada se alza como uno de aquellos que más posibilidades tienen, al menos hasta que arruinen todo con una precuela o tontería similar. Este largomentraje de Robert Hall (quien, muy apropiadamente, tiene una larga lista de créditos como técnico de efectos especiales) puede que me haya dejado frío a nivel de argumento y seguramente no gustará a aquellos que busquen algo más cerebral, pero pocos ejemplos actuales le igualan en brutalidad y desprecio hacia las vidas de sus personajes. Con todo, es lo suficientemente interesante para echarle un vistazo al menos una vez.

sábado, junio 18, 2011

Reseña: Terror en Amityville (1979)

Una cosa que durante mucho tiempo me sorprendió fue el éxito inicial de Terror en Amityville (1979), que fue en su momento una película cuya inmensa popularidad sólo es comparable con los palos que recibió por parte de la crítica, lo cual no le impidió sin embargo tener una larga serie de secuelas y hasta un remake de 2005 realizado por la Platinum Dunes. Reconozco que yo me hallaba entre aquellos que no la ven como un buen ejemplo de cine de terror, una opinión que he terminado por matizar pero que por otro lado es comprensible; después de todo, esta cinta de Stuart Rosenberg ha terminado por quedar bastante eclipsada por otros trabajos posteriores que comparten su misma base temática, como Al final de la escalera (1980), El resplandor (1980) o Poltergeist (1982). Sin embargo, esta llegó antes, y la forma en como trata el argumento es lo bastante sobria y carente de efectismos como para alzarla por encima de sus mucho más explícitas continuaciones.

Dicha base temática parte del ya clásico argumento de la casa construída sobre terreno maldito y familia que se muda a ella y comienza a ser acosada por un Mal de procedencia desconocida. Lo que diferencia en todo caso a Terror en Amityville es su ambientación moderna (inusual para la época) y el hecho de que estaba supuestamente inspirada en hechos reales, contados en un famoso best-seller de entonces acerca de la familia Lutz y su experiencia con demonios, fantasmas y posesiones en su residencia. Hoy en día la fama de dicho fenómeno ha terminado por eclipsarse bastante, con la mayoría considerando hoy como fraude aquel relato y con la película siendo ninguneada incluso por sus actores, entre ellos un James Brolin que afirmaba no creerse un ápice de lo que el verdadero Lutz le había contado. Otra cosa que la hace perder puntos ante muchos fanáticos del género de terror es su general ligereza y su escasa cantidad de muertes, lo que la hacía perder muchos puntos ante otros productos sobrenaturales de la época mucho más brutales como El exorcista (1973) o La profecía (1976), las cuales tocaban temas similares con ambientación moderna y que eran sin duda mucho más eficientes como cine de terror.

Pero a pesar de las malas críticas y del hecho innegable de no haber envejecido tan bien como sus arriba mencionadas contemporáneas, un segundo visionado de Terror en Amityville me ha hecho reconsiderar mi posición y reconocer que después de todo no le faltan méritos que expliquen la enorme popularidad que suscitó en su momento (más allá del morbo generado por el libro en el que se basa). Como decíamos arriba, la película nunca se rinde ante la salida fácil del efectismo, hay atisbos de una mitología bastante bien desarrollada, y existen genuinos momentos de miedo que hacen de esta una película de casas embrujadas muy disfrutable y sobre todo muy superior a varias de sus imitaciones. Estas cosas se me han hecho bastante evidentes tras haber visto el remake de 2005, que hace que esta de la que hablamos hoy parezca una obra maestra.

Por desgracia gran parte del público actual que haya visto antes el remake tenderá a despreciar la original por el simple hecho de que no se ven los fantasmas, pero pienso que estarían cometiendo un grave error. A tantos años de su estreno, es verdad que esta primera cinta de Amityville dista mucho de ser una gran película, pero tiene auténticos aciertos a nivel de cine de terror que la nueva versión intenta compensar con efectos especiales y un elenco de gente guapa. En los próximos días iremos revisando el resto de entradas de la saga, de la que por cierto ya se espera un segundo remake (por supuesto) en 3D, así que de momento dejamos la original como una película curiosa y simpática que simplemente no está a la altura de las cintas similares que conforman su legado.

martes, junio 14, 2011

Reseña: Warlock (1989)

Recuerdo que en su momento, cuando el poco criterio que pueda tener era muy distinto, una película llamada Warlock (1989), una de las cintas más famosas de Steve Miner, ocupaba un lugar preferencial como una de mis cintas de terror favoritas. El tiempo se ha encargado de matizar un poco esta preferencia y un visionado posterior ha hecho evidentes las carencias de la película en más de un sentido. Sin embargo, he de reconocer que me sigue fascinando la curiosa mezcla de terror y fantasía que tanto Miner como el guionista David Twohy (cineasta varias veces alabado en esta página y que para aquel entonces apenas estaba en sus primeros trabajos) lograron cocer. Si quien lee estas líneas aún no la ha visto, debería remediar esa situación cuanto antes ya que ni siquiera hoy en día existen muchos trabajos similares, al menos no con ese equilibro tan delicado entre géneros.

El argumento en este sentido es bastante lineal; un hechicero del Boston del siglo XVII (interpretado magníficamente por el británico Julian Sands, quien desde entonces se vería encasillado durante muchos años en papeles de villano) escapa de su ejecución gracias a un conjuro que le transporta a la California del siglo XX, tras lo cual emprenderá una búsqueda de los tres fragmentos de un grimorio satánico que le permitirá destruir el mundo. Sin embargo, el viaje en el tiempo del villano ha traído consigo también a un cazador de brujas dispuesto a detenerle a como de lugar, y para ello recluta a una joven chica de la época moderna que debe romper un embrujo que el hechicero ha puesto sobre ella. Es precisamente la persecución del villano a lo largo de Estados Unidos de lo que trata la película, y como público vamos alternando entre las fechorías del oscuro pesonaje y los mil y un métodos de detección y lucha de los héroes, quienes van soltando cada tanto tiempo un sinfín de detalles acerca de la mitología de los hechiceros, varios de ellos bastante interesantes y que demuestran al menos que el guión de la película tiene cierto trabajo de documentación detrás.

Esta documentación está puesta al servicio de un esquema argumental bastante conocido. De hecho la trama no es más que una versión un tanto diferente de Terminator (1984), con la diferencia de que esta vez héroe y villano vienen del pasado y no del futuro, y de que el tratamiento de la historia está más inclinado hacia la fantasía oscura que hacia la ciencia-ficción. Las similitudes son tan marcadas que estaría dispuesto a jurar que Twohy tuvo a la cinta de James Cameron muy en mente a la hora de escribir el guión, y que los elementos fantásticos son asimismo un muy claro intento de parir una versión terrorífica de Los inmortales (1986), con la que también hay claras semejanzas de estilo. Sin embargo, tanto Twohy como Miner consiguen dar a su trabajo un toque original en la forma como dicho tono fantástico está metido con total naturalidad en una ambientación realista que incluso no desaprovecha la oportunidad de enlazar con tradiciones y supersticiones típicamente americanas como la presencia de ciertos cultos religiosos típicos de dicho país como los puritanos y los menonitas.

Este ángulo es sin duda lo más interesante de Warlock y el motivo por el cual la sigo considerando una película muy inteligente que por desgracia se ve un tanto afectada por lo limitado de sus recursos y su aspecto excesivamente típico de finales de los ochenta, con todo y estética muy a la moda de entonces que sin embargo se ve bastante dignificada gracias a la inclusión de dos estrellas del cine británico como el ya nombrado Julian Sands y Richard E. Grant, quien borda su papel de cazador de brujas cubierto de pieles en medio del calor californiano. El guión tiene sus carencias, evidentemente, notables sobre todo en lo poco explotado que está el choque de los personajes principales en una época tan extraña a la suya, pero por otro lado gana al incluir detalles de una crueldad inusitada para una producción comercial como la violencia que el hechicero ejerce sobre sus víctimas, una violencia que no está desprovista de un componente sexual agresivo que le reportaría al pobre Julian Sands muchos papeles similares a lo largo de los años. Por todos estos detalles, la sabia reticencia de Steve Miner a dejarse llevar por el efectismo, su clímax final en un cementerio abandonado y su coherente imaginario de terror hacen de Warlock la película perfecta de Halloween y un trabajo al que hay que volver aunque sea una vez más.

lunes, junio 13, 2011

Secuelas que nunca fueron

Interesante esta galería hallada en la (muy recomendable) web Kindertrauma acerca de secuelas de películas de horror que nunca llegaron a hacerse, un curioso ejercicio de creatividad que una vez llegó a hacerse bastante popular entre amigos míos dedicados a la escritura: idear continuaciones para obras apreciadas por cada uno de nosotros, a más sacrílega mejor.
Y vosotros, ¿qué segunda (o tercera) parte os hubiese gustado ver?

sábado, junio 11, 2011

Reseña: Hello Mary Lou: Prom Night 2 (1987)

Una joya injustamente poco mencionada y que merece ser redescubierta, Hello Mary Lou: Prom Night 2 (1987) es una cinta que reivindicamos como uno de las más atrevidas comedias de horror de mediados/finales de los ochenta. La primera Prom Night (1980) sigue siendo incluso hoy en día más popular y conocida debido sin duda a la presencia de Jamie Lee Curtis en el papel protagonista, pero esta secuela de 1987 es superior en todos los sentidos, aún cuando no tiene absolutamente nada que ver con su antecesora más allá del trivial hecho de transcurrir en el mismo instituto. La falta de vínculos es de hecho total, empezando porque no hablamos de un slasher sino de una historia de corte sobrenatural que bebe de numerosas fuentes a la hora de construir su imaginario, especialmente del arquetipo fantasmagórico de la Bloody Mary, un vengativo fantasma femenino que sólo busca retribución entre los vivos.

Tal fantasma es el de Mary Lou Maloney, una libidinosa y malhablada reina de graduación que muere horriblemente en la que sería su gran noche y que treinta años después logra poseer el cuerpo de una jovencita a la que usará como medio para su venganza de ultratumba. La película muestra durante este desarrollo dos grandes influencias: por un lado está Carrie (1976) con la historia de terror de ambiente colegial y la presencia de la religión como fuerza opresiva, y por el otro la saga de Pesadilla en Elm Street (1984), por el elenco juvenil, la existencia de un oscuro secreto mantenido por una generación mayor con consecuencias nefastas en la siguiente, y sobre todo por el estilo surrealista que la película muestra en las escenas de muerte, algunas de ellas realmente ingeniosas y que muestran un interesante imaginario visual producto de haber copiado a la saga de Freddy Krueger, sí, pero que al menos se ha hecho bien.

Las semejanzas, sin embargo, son principalmente estilísticas, ya que esta es una película de terror juvenil en todo sentido, con una visión un tanto lúdica del horror que la equipara a otras piezas ochenteras como La noche del cometa (1984) o Night of the Demons (1988), pero con todo y eso sorprende que esta Prom Night 2 contenga algunos momentos sorprendentemente atrevidos para una película mainstream, sobre todo en lo que el fantasma de Mary Lou obliga a hacer a la chica protagonista cuyo cuerpo ha poseído, aparte de una abierta sátira sobre la religión que resulta bastante evidente y que demuestra que estamos ante una película genuinamente trasgresora y ambiciosa a pesar de su condición de terror juvenil y sus concesiones a la comedia.

Por supuesto no todo es tan redondo; el argumento se toma algunas licencias que resultan poco creíbles, como el hecho muy conveniente de que el responsable de la muerte de Mary Lou sea años después el director del instituto, o que la película se vuelva en ocasiones confusa debido al intento de regodearse en su propio imaginario por encima de la lógica narrativa, pero estos son males menores y que son ampliamente compensados. Así que aquellos interesados en revivir las obras rescatables del horror de los ochenta tienen una deuda pendiente con Prom Night 2 y sacarla del oscurantismo impuesto por la sombra de su mucho más famosa pero inferior antecesora. Este reverso femenino de Freddy Krueger puede que no sea tan terrorífica como otros de sus contemporáneos, pero sí que merece ser atesorada.

miércoles, junio 08, 2011

Reseña: El rito (2011)

Fue el primer estreno de terror comercial de este año, y aquellos que la hayan visto en su pase en salas sabrán que El rito (2011) es una de las entradas más recientes de ese cine de miedo que se vale del discurso religioso como fuente incuestionable de lo sobrenatural, en este caso los exsorcismos. Ya desde el principio hay una evidente intención de explotar el morbo del público resaltando el supuesto carácter "serio" de este fenómeno por parte de la Iglesia católica, lo que en cierta forma diferencia a esta película del sueco Mikael Håfström (responsable de otras cintas de terror como El fantasma del lago (2004) en su país de origen o 1408 (2007), ya en los Estados Unidos) es que no hace tanto énfasis en las posesiones demoníacas en sí, sino en la vida y preparación de los propios exorcistas. De hecho, se puede afirmar que El rito tiene muy poco de película de terror y más de un drama con toques sobrenaturales que se centra en la historia de un cura joven con una crisis de fe (¡alerta de cliché!) que viaja a Roma y conoce a un veterano sacerdote con una amplia experiencia en expulsar demonios y métodos muy poco ortodoxos.

Es este tratamiento uno de los principales problemas, puesto que la película vacila constantemente entre una mirada seria y científica del exorcismo y los excesos propios del cine de terror, pero sin el delicado equilibro que exhibía, por ejemplo, El exorcismo de Emily Rose (2005). En El rito, la insólita creación de una "academia de exorcistas" se nota demasiado impostada y mueve más bien a la risa debido a la seriedad con que se toma a sí misma, aparte de la inverosimilitud del personaje de Alice Braga, presente únicamente para forzar la introducción de un personaje femenino. No es esta la única carencia en cuanto al reparto, puesto que allí tenemos a la espectacular Maria Grazia Cuccinotta desperdiciada en un miserable papel de relleno o a un Anthony Hopkins en piloto automático y metido en un personaje que parece más bien una parodia de sus anteriores trabajos, hablando en italiano con un acento chunguísimo.

Siguiendo además los pasos de varias de sus antecesoras en cuanto a gancho publicitario, El rito afirma estar basada en hechos reales, o al menos en el libro del escritor y co-guionista Matt Baglio acerca del fenómeno del exorcismo visto desde una perspectiva científica. Sin embargo, tal como su web de wikipedia revela, las semejanzas entre el libro y la película son muy escasas y el énfasis en la academia de exorcistas no se corresponde con el enfoque efectista que se le da a las (escasas) escenas de exorcismo en las que la cinta inevitablemente termina cayendo, quedándose en tierra de nadie y sin comprometerse seriamente con ninguna de sus dos vertientes: cine de terror puro y duro o drama paracientífico acerca de un fenómeno cultural tan extendido. Por el contrario, veo en esta película más bien un afán propagandístico de la religión como fuente de "verdad" y unas ganas de mostrar "empíricamente" la existencia de la lucha entre el Bien y el Mal, algo que se hace tan evidente que termina molestando al ser imposible de combinar con las pretensiones intelectuales de la cinta. Un acercamiento más sincero a las posesiones diabólicas hubiese sido mucho más de agradecer que este débil y aburrido medio drama de tintes terroríficos que nos han intentado colar.

jueves, junio 02, 2011

Reseña: Los ojos de Julia (2010)

En caso de que os la hayáis perdido, Los ojos de Julia (2010) fue una de las principales apuestas del terror mainstream español el año pasado, la nueva producción de Guillermo del Toro con Belén Rueda como protagonista, esquema que viene directamente del éxito comercial de El orfanato (2007). Con todo y sus carencias, esta película me parece mucho más interesante que la anteriormente mencionada cinta de Bayona, al menos desde la perspectiva de alguien que gusta del cine de terror. Es también una obra hecha en gran medida para el lucimiento de su protagonista, quien aparece prácticamente en todas las escenas y quien lleva el ritmo del argumento en todo sentido, labor nada fácil de la cual la actriz sale bastante bien parada en su rol de una mujer que poco a poco se está quedando ciega y que busca desesperadamente aclarar el misterio de la muerte de su hermana gemela, cuyo supuesto suicidio se nota cada vez más sospechoso.

La trama detectivesca representa un gran cambio en estas producciones fanta-terroríficas de Del Toro al abandonar por completo el ángulo sobrenatural y dejar entrever las ganas del director y co-guionista Guillem Morales de emular las estructuras y momentos del thriller clásicos con inquívocas referencias a cintas como El fotógrafo del pánico (1960), Sola en la oscuridad (1967) o incluso El silencio de los corderos (1991), guiños que por otro lado son muy evidentes y han sido señalados más de una vez. Sin embargo, en la representación del asesino hay también cierta continuidad temática con otra película de Guillem Morales titulada El habitante incierto (2004), especialmente en lo que se refiere a la figura del "hombre invisible". Es de hecho la dirección de Morales una de las cosas que salva a la película, que en ocasines se hace demasiado larga y está plagada de salidas dramáticas y momentos tremendamente inverosímiles destinados únicamente a hacer que la trama avance a como de lugar.

Uno de los motivos por los cuales se hace larga es algo que ya estaba presente en El orfanato pero que aquí se nota un tanto exacerbada, y es la molesta presencia de un melodrama sentimental que se siente forzado y ñoño (atención a esa imagen final), y sobre todo imposible de combinar efectivamente con los recursos y maneras de cine de terror de los que la película hace gala, lo cual es una lástima porque aquellos momentos en los que la cinta realmente se adentra en el contenido terrorífico son bastante buenos. Es por eso que aquellos instantes dedicados a la exploración del lado romántico de la película se sienten como una interrupción muy poco agraciada que podría perfectamente haber sido dejada de lado en beneficio del lado más macabro del argumento, que en su tramo final alcanza cimas muy interesantes a pesar de que la "sorpresa" no es tal.

Esto y la estética es lo que al final termina haciendo rescatable Los ojos de Julia al menos como ejercicio de terror extravagante y elaborado. Curiosamente, es esta misma estética la que ha inspirado una reflexión breve pero interesante del crítico Jordi Costa en cuanto a la insistencia de gran parte del cine fantástico español de los últimos años en explotar la vertiente filogótica de sus historias en detrimento de otras formas de terror más viscerales y rompedoras. En todo caso, reflexiones aparte, me sigue pareciendo encomiable que Guillem Morales haya conseguido dejar entrever parte del estilo de su ópera prima en lo que es sin duda un intento de aprovechar la vertiente sobrenatural hispana cuya solvencia ante el público mayoritario ha quedado legitimada ya desde los tiempos de El espinazo del diablo (2000), la cual por cierto es mucho más recomendable que esta. El tiempo dirá si dicho estándar continuará repitiéndose.