sábado, junio 30, 2007

Reseña: 28 semanas después (2007)

Lo bueno (o lo malo, quien sabe) del cine de zombis es que es un género tan popular que de entrada tiene el éxito más o menos asegurado. Resulta irónico, sin embargo, que la reciente fiebre de cintas de muertos vivientes tenga su origen en una película en la que ni siquiera salían cadáveres ambulantes. Y es que si bien 28 días después (2002) explotaba todos los códigos del cine que popularizara el maestro George Romero, sus criaturas no eran cuerpos reanimados ávidos de carne humana, sino seres humanos infectados con un extraño virus que les convertía en asesinos irracionales, mortíferamente rápidos y sin atisbo alguno de piedad o inteligencia. Su director, Danny Boyle, logró crear una pequeña pero efectiva legión de fans alrededor de su cinta de horror indie, por lo que una secuela era de esperarse. Pues bien, cuatro años ha tardado en llegar, y esta vez 28 semanas después (2007) venía envuelta en grandes expectativas. ¿Se justifican? Sí y no.
Durante los últimos meses se ha hablado mucho de esta secuela (dirigida en esta ocasión por el español Juan Carlos Fresnadillo), y aún antes de estrenarse ya eran muchos los que aseguraban que sería superior a la irregular primera parte. Algunos incluso lo han visto así. Por desgracia debo sumarme a la opinión contraria. Si bien dista mucho de ser una mala película, la verdad es que 28 semanas después no es una cinta demasiado destacable. No solamente no es mejor que la primera, sino que incluso me ha hecho preguntarme si no fuí demasiado duro al juzgar a su predecesora, que al menos, sin ser una gran película, tenía un estilo propio, y a pesar de caer en reiteradas referencias argumentales a la entonces trilogía romeriana, sabía compensarlo con una estética realmente original (aunque fuera en su mayor parte producto de sus limitaciones técnicas). En cambio, el look amateur de la primera parte ha desaparecido en la película de Fresnadillo, que apunta más hacia la acción y la muestra de aquellos detalles que funcionaron antes... pero ahora en grande.
Primero lo bueno: los diez primeros minutos de cinta, cuando los infectados toman por asalto una cabaña donde se refugia un grupo de supervivientes, son magistrales, intensos, asfixiantes. Por desgracia, ningún otro momento de la película está a la altura de esta primera escena. Por el contrario, una vez que entra en acción la trama de los soldados americanos tomando el control de un Londres solitario, la cinta sufre un bajón considerable. Una vez que el virus brota de nuevo entre la población y el caos se apodera de la zona de control americana, asistimos a una repetición de los esquemas de la primera parte, sólo que desganados y cansones. A diferencia de lo que ocurría en 28 días después, en esta ocasión los personajes son mucho menos interesantes (lo que hace más difícil preocuparse por su supervivencia), especialmente el que interpreta Robert Carlyle (actor que, irónicamente, rechazó participar en la primera parte), cuyo desarrollo a lo largo de la trama resulta inverosímil e inexplicable hasta decir basta.
Lo que tenemos entre manos es una explotación banalizada de la primera película, y si bien es cierto que contiene algún que otro momento bueno, también muestra demasiados puntos muertos, demasiados agujeros argumentales, demasiados giros sin explorar y, sobre todo, muy poco interés en "tomar el pulso" a sus personajes. Ha habido algunos críticos que han querido ver en la historia cierto paralelismo con la situación de los soldados americanos en Irak, pero yo francamente no veo esa relación por ningún lado. La presencia del ejército de los Estados Unidos la veo más como una jugada de los productores de ese país para buscar la atención del público de casa, porque la verdad es que la nacionalidad de la fuerza de ocupación es absolutamente irrelevante. Y es que en el fondo ese es el problema de toda la película: todo es tan intrascendente, tan irrelevante, tan "de manual de estilo" que, realmente, no hay nada que haga destacar la cinta, como no sea sus escenas de acción que en realidad son un calco de su predecesora, además de otras películas como The Crazies (1973), a la cual se hace referencia de forma muy poco disimulada. Para colmo, el final tiene poca garra, aunque por razones muy distintas a las de la película de Danny Boyle.
Es una cinta bien hecha, sin duda alguna, y vale la pena un visionado, siempre que se acepte de antemano que estamos ante uno de los estrenos menores del año, y no la Película (con mayúscula) de zombis del 2007.

lunes, junio 25, 2007

¿Y ahora qué?

El fracaso de taquilla de Hostel 2 (2007), unido al desencanto por Grindhouse (2007) ha causado la cancelación de Cell (2007), la nueva adaptación de Stephen King que Eli Roth debería haber estrenado este año. Roth tendrá que buscarse de momento otros proyectos, pero esta decepción me ha hecho pensar en las otras jóvenes promesas del cine de terror y sus respectivos nuevos trabajos. Algunos de estos ya han sido referidos en otras páginas, de manera que aquí sólo pretendemos hacer una especie de recapitulación que sirva para mantener el ojo abierto ante los que (por lo menos aquí) consideramos los nuevos autores que más prometen en el género. Así que echemos un vistazo:

De Brad Anderson hace tiempo que no sabíamos nada. En este blog somos bastante entusiastas con sus anteriores largometrajes Session 9 (2001) y El maquinista (2004), así como con su episodio para Masters of Horror, Sounds Like (2006), por lo que verle de nuevo genera muy buenas expectativas. Sin embargo, los rumores que lo señalaban como el director del próximo remake de The Crazies (2008) han resultado ser falsos. Por cierto, debo decir que desde el principio me ha parecido absurdo que se haga un remake de esta película (una de las menos conocidas de George Romero) cuando ya 28 días después (2003) es prácticamente una revisión actual de esta, pero bueno, supongo que la taquilla manda, y si se trata de esta nueva ola de revisiones mucho más. Lo que sí es cierto es que Brad Anderson se encuentra en estos momentos ultimando los detalles de su próximo largometraje, Transsiberian (2007), un thriller ambientado en un largo viaje por tren de Pekín a Moscú. La película es una coproducción de Estados Unidos, Reino Unido y España, detalle este último que se revela en la presencia de Eduardo Noriega en el elenco y en el hecho de que Aullidos.com ya tenga las primeras imágenes. Habrá que estar pendiente.

El francés Alexandre Aja ha tenido, por su parte, un muy buen trayecto. Sus dos largometrajes de terror Alta tensión (2003) y Las colinas tienen ojos (2006) han sido muy bien recibidos tanto por los fans como por la taquilla , y ha generado el suficiente ruido como para hacerse notar por un buen tiempo. De momento, ya sabemos que Aja se encuentra rodando otro remake, esta vez de Piraña (2008), versión del clásico de Joe Dante que ya había sido "remakeada" en un poco conocido telefilme de mediados de los noventa. Sin embargo, muy a pesar de la expectación que pueda generar Aja con sus nuevas pirañas prehistóricas, aquí nos parece mucho más interesante su próximo trabajo, Mirrors (2007), una película con Kiefer Sutherland acerca de un espejo de un centro comercial capaz de hacer salir los demonios internos de todo el que en él se mira.

Si Brad Anderson se caracteriza por sus atmósferas y Alexandre Aja por el gore, el británico Neil Marshall se decanta por la acción y las historias de personajes en estado de sitio. Sus dos últimos largometrajes, Dog Soldiers (2001) y la excelente The Descent (2005) así lo demuestran. Pues bien, su próximo proyecto va por el mismo camino, sólo que esta vez con un tratamiento de corte épico. Doomsday (2007), de hecho, es una cinta de corte futurista acerca de un virus que transforma a los seres humanos en monstruos y obliga al gobierno de Gran Bretaña a levantar un gigantesco muro que parte su isla en dos y separa a las zonas civilizadas de las grandes tierras baldías donde se refugian los contaminados. Si bien es innegable que la trama suena bastante parecida a 28 semanas después (2007), el regreso de Neil Marshall a la gran pantalla es un evento a tener en consideración.

El que no lo ha pasado muy bien es Lucky McKee. Después de que su primer largometraje, May (2002) se convirtiera en poco menos que una cinta de culto, se le auguraba un futuro bastante grande. Por desgracia, su segunda película, El bosque maldito (2006) fue manoseada, editada y retocada por el estudio, que no contento con eso la metió en un cajón por casi cuatro años para luego sepultarla en el mercado de directo-a-DVD. McKee tuvo que conformarse con dirigir uno de los episodios de Masters of Horror, Sick Girl (2006) para mantenerse en activo. Sin embargo, su nuevo proyecto podría devolverle el beneplácito de los fans. Y es que Red (2007) hace gala del maravilloso humor negro que caracteriza a este director: la historia de una anciano que decide vengarse cruelmente de los críos que han matado a su perro se antoja como un desparpajo digno de verse. La película, además, reúne a McKee con su actriz fetiche, Angela Bettis, además de contar con la presencia de otras luminarias del horror como Robert Englund o Ashley Laurence, la jovencita protagonista de Hellraiser (1987).
Esperemos que estas jóvenes promesas no se queden en promesas. Algo me dice, sin embargo, que a finales de este año empezará a llegar lo bueno.

viernes, junio 22, 2007

Tres tristes trailers 6

El remake de Halloween (2007) se acerca cada vez más. En Estados Unidos se estrena el 31 de agosto, así que esperemos tenerlo por acá lo antes posible. Muchas son las expectativas que se han levantado en cuanto a este proyecto, y no es para menos. Al contrario, es lo que sucede cuando la actual moda de las versiones y revisiones alcanza a alguno de esos clásicos considerados como intocables. Aparte de eso, todos recordamos con espanto la última vez que se intentó "actualizar" a Carpenter: el infumable remake de La niebla (2006) proyecta todavía una sombra terrible sobre nosotros. Sin embargo, como todos sabemos ya, en esta ocasión podríamos llevarnos con una propuesta cuando menos interesante. Puntos a favor: sin duda alguna la presencia en la silla de director de Rob Zombie, un entendedor del género quien con tan sólo dos películas hasta la fecha se ha ganado un sitio en el retrato de las nuevas promesas del cine de terror. Puntos en contra: la presencia de los siempre temibles hermanos Weinstein, productores famosos por meter la mano en cuanto proyecto caiga en su mira, casi siempre con resultados nefastos. El tiempo nos dirá si nuestras esperanzas estaban bien fundadas.

Todavía sin fecha de estreno en España, 1408 (2007) es otra película que podría resucitar nuestras esperanzas ya perdidas hace tiempo, esta vez en las adaptaciones de la obra de Stephen King. Y es que al parecer esta primera película en Estados Unidos del sueco Mikael Hafström promete mucho. Los asiduos a los videoclubs probablemente recordarán una cinta anterior de este director llamada Drowning Ghost (2004), integrante de ese grupo de películas que siempre veo pero que nunca me decido a coger. El caso es que, en esta ocasión nos encontramos ante una cinta basada en la obra de King que está cosechando muchas críticas positivas y (sorpresa) no está dirigida por Frank Darabont. Sólo por eso (creo yo) merecería echarle un vistazo. Además, Samuel L. Jackson en una historia de King es una experiencia lo suficientemente fuera de lo común como para interesarnos a todos.

Tras Underworld (2003) y Blood and Chocolate (2007) el nuevo intento por trasladar los hombres-lobo a la cultura pop se llama Skinwalkers (2007). Tras una serie casi interminable de retrasos se estrena en Estados Unidos este verano, por lo que aquí probablemente la tengamos casi a finales de año. El trailer (que narra la historia de dos clanes de licántropos que se enfrentan por un niño que podría acabar con su maldición) pinta bastante bien, muy a pesar de las típicas escenas de acción y de la insoportable metrosexualidad del jefe de los lobatos "malos". A juzgar por estas escenas veo desde ya varios guiños a Werewolves on Wheels (1971) y El aullido (1981), lo cual de entrada me gusta. Quien sabe, quizás nos encontramos ante una revisión de estas criaturas al menos curiosa. Ya se sabe que las películas realmente buenas de licántropos no abundan precisamente, así que siempre es bienvenida otra incursión.

sábado, junio 16, 2007

Reseña: Hostel 2 (2007)

Pocas películas de los últimos años han sido tan amadas y defenestradas como Hostel (2006), la segunda cinta del protegido de Tarantino, Eli Roth. Los más benévolos la calificaron como burdamente explotativa, misógina y xenófoba, cosa que sorprende mucho en estos tiempos en los que tan fácilmente se entroniza la caspa de los años setenta (quizás es que solamente queremos este tipo de cintas como algo ya pasado pero no tenemos el valor de aceptar su existencia hoy en día). Sin embargo, no fuimos pocos los que pensamos que Hostel fue una de las mejores apuestas del cine de terror del año pasado, una en la que lo esencial no era la cantidad de vísceras y hemoglobina liberada en pantalla, sino lo que quería decir con esa violencia particular, la exposición de un sub-mundo de abandono y depredaciones que se escondía tras la apariencia de lo más refinado de la "civilización" occidental, además de un negro descojono realizado con mucha mala uva. Ese hostal eslovaco donde los ricachones pagaban para torturar jovencitos secuestrados es, al menos temáticamente, el equivalente de nuestra época a lo que fue en su momento el slasher rural setentero, puteado hoy en día hasta el hartazgo.

Pero incluso muchos de los amamos la película estábamos de acuerdo en que si algo no necesitaba era una segunda parte. Dadas las condiciones particulares de la historia, parecía imposible que Eli Roth pudiese sacarse de la manga una secuela digna. Con esta idea entré en la sala de cine, y francamente no podía estar más equivocado. Hostel 2 (2007) no solamente satisface las expectativas de todos aquellos que disfrutamos con la primera parte, sino que reúne méritos propios para agradar incluso a los que la crucificaron.

No hay muchas sorpresas en cuanto al argumento, ya que el esquema se repite en gran medida: en vez de un trío de chicos, esta vez las víctimas del hostal eslovaco son tres chicas americanas estudiantes de arte que se ven arrastradas a un supuesto balneario donde serán las piezas de diversión para un grupo de millonarios ansiosos de torturas. La diferencia radica en que, en esta oportunidad, la historia también nos será mostrada desde el punto de visto de los sádicos participantes del "Elite Hunting", especialmente dos millonarios americanos que viajan a Europa del Este dispuesto a pasar al "siguiente nivel". Es este giro argumental el que otorga a la película una mirada de la que su predecesora carecía, y que aparte de hondar en ese decadente mundo de sadismo de armario, lleva a la cinta a terrenos completamente nuevos. El homenaje al cine europeo de terror no podía ser más evidentes, no sólo en cuanto a determinadas secuencias que reproducen la obra del género explotativo del Viejo Mundo, sino a través de la presencia de antiguas estrellas de la caspoteca europea como Luc Merenda y la diva Edwige Fenech, además de la aparición sorpresiva y nada disimulada de Ruggero Deodato (director de Holocausto Canibal (1980), otra de esas películas amadas/odiadas) en el que probablemente sea el mejor cameo de este año.

Todos los demás elementos de la primera parte están ahí, desde los cada vez más estrambóticos métodos de tortura (atención al homenaje a la condesa Elizabeth Bathory) hasta esa pandilla de niños chungos con los que nadie desearía encontrarse. Pero sobre todo lo que sigue estando allí es ese desparpajo ante la violencia que Eli Roth ya había mostrado en sus anteriores películas. A diferencia de lo que estamos acostumbrados a ver, la charcutería en esta historia es entrañable por el constante juego que se hace de ella. Además (y eso es algo definitivamente no tan común) es bueno ver que la violencia en una película no es un adorno metido con calzador y destinado al disfrute del sector menos privilegiado (intelectualmente al menos) de la sala sino que es parte integral de la historia y del estilo de aquello que se desea contar. Quizás sea eso lo que diferencie a Hostel y a su secuela de las cientos de cintas de tortura/psicópatas que hemos tenido que soportar en los últimos años. Mi única conclusión es que aquellos que hayan disfrutado con la primera parte tienen mil razones para no dejar escapar esta cinta, pero por otro lado, aquellos que la hayan odiado deberían también acercarse y comprobar que con Roth tenemos a un tipo que sabe lo que hace y que, más pronto de lo que creemos, podría sorprendernos con una gran obra.

miércoles, junio 13, 2007

Reseña: Viajeros de la noche (1987)

Sin duda una de las mejores películas de vampiros de los años ochenta (o de cualquier otra década), Viajeros de la noche (1987) sólo tuvo un elemento en su contra que habría de marcar su fracaso de taquilla: el estreno, un par de meses antes, de Jóvenes ocultos (1987), la película de Joel Schumacher que contaba con una trama muy similar y una campaña publicitaria más fiera (además de una mayor presencia de estrellas juveniles). Por fortuna, el tiempo se ha encargado de reparar esta injusticia, ya que esta cinta que hoy nos ocupa es absolutamente imprescindible a la hora de elaborar una lista de los mejores exponentes del cine vampírico. La historia de Caleb Colton, el cowboy guaperas que es seducido por una chica que le convierte en vampiro y le obliga a unirse a su "familia" de cazadores nocturnos es una pieza de culto que, como ha sucedido en tantas otras ocasiones, tuvo que propagarse a través del formato casero.

Una de las cosas más interesantes de Viajeros de la noche (Near Dark en su título original) es, en primer lugar, como juega con los géneros. Tiene elementos de una película de terror, pero también es una comedia negra y, sobre todo, un western en toda regla. Asimismo, se aleja casi por completo de las típicas convenciones del cine de vampiros. Las criaturas de la película no son sofisticados chupasangres, sino una pandilla de sucios vagabundos que no dudan en liarse a tiros y armar bronca donde quiera que van. Por ningún lado hay ajos, crucifijos ni ataúdes, y tampoco les crecen los colmillos como al resto de sus congéneres. Vamos, que ni siquiera se menciona la palabra "vampiro" en toda la hora y media de metraje. Las únicas "reglas" vampíricas que se mantienen son la sed de sangre humana y el peligro mortal que representan los rayos del sol. Por eso la "familia" compuesta por por el patriarca Jesse, la matrona Diamondback, el pendenciero Severen, la bella Mae y el pequeño Homer debe ocultarse constamente del astro rey viajando en vehículos oscuros durante el día o refugiándose donde pueda manteniendo su estilo de vida nómada.

La película está dirigida por Kathryn Bigelow, una directora muy talentosa y que por desgracia no ha gozado de mayor repercusión más allá de ser siempre referida como la ex de James Cameron. Esta relación probaría tener cierta influencia en Viajeros de la noche, ya que en ella se dan cita varios de los actores fetiche de Cameron, como Lance Henrinkssen (inmenso como siempre), Jenette Goldstein y un crecidísimo Bill Paxton como el psicópata Severen. Bigelow combina de manera magistral esos momentos pausados de melancolía nocturna con desmadradas escenas de acción, incluyendo un tiroteo entre la familia de vampiros y la policía a plena luz del día muy al estilo de los grandes western de Sam Peckingpah o Howard Hawks. Asimismo, la recreación de los vampiros como seres errantes en ese mundo infitamente abierto que es el Oeste americano resulta una de sus mejores bazas y el verdadero punto original de esta cinta. Las diferentes facetas mostradas por cada uno de los miembros de la familia convierten a estos vampiros en unos seres llenos de matices y alejados por completo de su condición de monstruos. De hecho, mi única queja quizás sea la manera en la que se resuelve el conflicto, demasiado fácil y poco creíble.

Es curioso como en poco más de un par de años, los ochenta nos brindaron tres grandes películas que darían nueva vida al género de los vampiros y lo transformarían por completo: Noche de miedo (1985), Jóvenes ocultos y la que hoy nos ocupa son tres cintas tan diferentes que es inútil compararlas. Conformémonos con reconocer que las tres son, cada una en su estilo, obras maestras que merecen ser visitadas cada cierto tiempo. Es una lástima que Kathryn Bigelow no haya vuelto al género de terror, porque Viajeros de la noche es una de esas películas de las que ciertamente no abundan.

domingo, junio 10, 2007

Reseña: Blood and Chocolate (2007)

Vivian vive en Bucarest, trabaja en una tienda de chocolates y entre sus aficiones está practicar de vez en cuando el parkour. También tiene una gran familia extendida que gusta de decirle constantemente qué hacer y qué no hacer. Una noche, tras pelearse con ellos por enésima vez, conoce a un joven americano dibujante de cómics (perdón, "novela gráfica") y poco tarda en enamorarse de él. El problema es que el chico en cuestión, Aiden, es humano, y Vivian es una loup-garou, una mujer-lobo perteneciente a una raza que ha estado rondando por el mundo los últimos cinco mil años. Como es de esperarse, la cosa trae problemas cuando los congéneres de Vivian deciden poner fin a este romance tan sui generis, ya que la chica no parece sentar cabeza (como si el hecho de prendarse de un dibujante de cómics no asegurase por sí solo un conflicto familiar a gran escala).

Esta, a grandes trazos, es la trama de Blood and Chocolate (2007), una película que ha sido titulada en España con el dudoso título de La marca del lobo, añadiendo más a la confusión que se presta en cuanto a género, ya que no estamos hablando realmente de una película de terror, por mucho que en ella aparezcan licántropos ansiosos por hincar sus dientes en carne humana. Al igual que en la novela en que se basa, nos encontramos aquí ante una película de fantasía dirigida explícitamente al sector adolescente femenino y que tenderá a alienar a cualquier otro tipo de expectador. Y es que si encima añadimos que tras esta película están los mismos productores responsables de Underworld (2003), está más que claro que aqui no pinta nada quien no pertenezca a la comunidad EMO. En cuanto a las semejanzas con la novela (que no he leido), estas son al parecer nulas, lo cual no viene al caso de momento.

Blood and Chocolate es, sin embargo, una película difícil de reseñar, ya que es completamente prescindible. Todo en ella promete una serie interminable de clichés, desde esa fotografía de los edificios más emblemáticos de Bucarest (que podría pasar por un folleto turístico de la capital rumana) hasta las peripecias amorosas de un Romeo y Julieta con licántropos de por medio. Los hombres-lobo, por cierto, no se muestran como monstruos bípedos, sino como seres humanos que se transforman literalmente en lobos en medio de un destello de luz mística. Al principio, la historia no los pinta nada mal, mostrándolos incluso como seres que imparten una cierta justicia social en el bajo mundo de la ciudad, todo gobernado por su líder Gabriel (un Olivier Martínez poniendo el acento más chungo de lo que va de año). La parejita protagonista no termina de cuajar jamás, si bien Agnes Bruckner sale aquí mucho más guapa que como la colegiala de El bosque maldito (2006). Su compañero de reparto, Hugh Dancy, por el contrario, es soso hasta el punto de que podría ser calificado como el Orlando Bloom de los pobres. Los lobos jamás se sienten como seres amenazantes, y durante el tramo final el protagonista masculino adquiere unas inexplicabes dotes de héroe de acción que ciertamente no le favorecen.

Entre las escasas virtudes que podemos encontrar está que, dentro de todo, la película se hace pasable y más llevadera de lo que cabría esperar. Va a lo que va y en ningún momento intenta pasar por lo que no es (exceptuando, claro, la publicidad que de ella hizo el estudio). Aquellos que vayan con las expectativas muy bajas podrían incluso disfrutarla y dejar pasar esos bochornosos momentos de video-clip en los que la historia nos monta una transición musical con el único objetivo de hacer avanzar la trama. Todo en esta película es tan light y tan olvidable que resulta difícil cebarse con ella, y mucho menos después de haber regresado de vacaciones. Aquellos que vayan esperado cine de licántropos harán mejor quedándose en casa que tragándose esta edulcorada historia de amor inter-especies.

Como nota final solamente puedo agregar una cosa: ser miembro de una raza milenaria de poderosas criaturas antropófagas y aún así recibir una paliza de un dibujante de cómics metrosexual debe ser una de las experiencias más lamentables en la vida de cualquier licántropo que se respete.